Según datos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), entre un 10 y un 20% de los embarazos finalizan con un aborto espontáneo. En un 60% de los casos, se trata de abortos preclínicos durante las primeras semanas de la gestación y muchas veces la mujer ni siquiera conoce su estado.
Definición de aborto espontáneo, aborto precoz y aborto tardío
Un aborto espontáneo o aborto natural es aquel en el la pérdida del embrión se produce, sin intervención médica o por parte de la paciente, antes de la semana 20 de embarazo.
Dependiendo del momento en que ocurre puede ser:
- Aborto precoz o aborto prematuro (en las 12 primeras semanas de embarazo). Dentro de este tipo de abortos se incluyen aquellos llamados “bioquímicos” en los que la mujer sabe que está embarazada (por un test de embarazo positivo) aunque no se ve nada en la ecografía y también los “preclínicos” que son aquellos en los que la mujer todavía no conoce su estado.
- Aborto tardío. Cuando ocurre entre la semana 12 y 20 de embarazo.
El riesgo de aborto espontáneo hasta las 6 semanas de embarazo es relativamente alto pero, a partir de la séptima y con una ecografía normal, disminuye notablemente (5%), siendo mucho menor después de la semana 12.
¿Por qué se produce el aborto prematuro?
Aunque las causas son de diverso origen (muchas veces desconocido), la incidencia de abortos espontáneos aumenta proporcionalmente con la edad materna (15% entre los 30 y los 34 años; 24% entre los 35 y los 39, y hasta un 51% entre los 41 y los 44). De la misma forma, y según datos de la SEGO, las mujeres que ya han tenido un aborto natural tienen más posibilidades de sufrir otro: un 16% más que la población general en un segundo embarazo y hasta el 25% en un tercero.
Otras causas que pueden provocar un aborto natural son:
- Anomalías en los genes y/o en los cromosomas del embrión, que impiden el desarrollo normal del mismo y originan abortos esporádicos o pérdidas recurrentes.
- Defectos de la fase lútea (la fase del ciclo menstrual en la que se produce el embarazo), que llevan a una inadecuada implantación del embrión al útero y en la formación de la placenta.Otras anomalías uterinas que dificultan la implantación y el sostenimiento del embarazo (fibromas, adherencias, pólipos, etc.).
- Infecciones en el tracto reproductivo (endometritis crónica, hidrosalpinx).
- Ciertas virosis (citomegalovirus, herpesvirus, parvovirus y rubeola).
- Anomalías inmunológicas.
Entre los factores que aumentan el riesgo de sufrir un aborto espontáneo también destacan:
- Consumo de ciertos fármacos o drogas (cocaína, alcohol o altas dosis de cafeína).
- Trastorno crónicos maternos no controlados (diabetes, hipertensión o trastornos de tiroides).
Aborto espontáneo: síntomas
La sintomatología más frecuente en el aborto espontáneo es el sangrado vaginal y el dolor hipogástrico en el contexto de amenorrea (ausencia de menstruación). Cuando la pérdida de sangre es abundante y el dolor intenso, el aborto puede ser inminente. Si se trata de un aborto tardío, el desencadenante puede ser un chorreo de líquido (indicador de que las membranas ya se han roto) seguido de sangrado y expulsión vaginal de tejidos y coágulos.
Si el sangrado y el dolor son leves, podemos encontrarnos ante una “amenaza de aborto”. Aun así, los sangrados complican el primer trimestre de casi uno de cada cuatro embarazos por lo que, ante una hemorragia vaginal de cualquier intensidad, conviene acudir al médico lo antes posible. También si experimentas una disminución repentina de signos del embarazo como náuseas o acidez estomacal.
En algunos casos, tras un aborto natural, algunos productos de la concepción permanecen en el útero “Aborto retenido”. Esto puede provocar una infección y la aparición de otros síntomas como dolor abdominal, calambres, fiebre, sangrado purulento, debilidad e incluso sepsis (aborto séptico).
Sin embargo, lo que suele ocurrir es la expulsión total de todos los productos del embarazo (embrión y placenta) y no revierte mayores complicaciones ni tratamiento, sobre todo en los casos de abortos preclínicos.
Por último, los síntomas de aborto espontáneo de una paciente que no sabe que está embarazada son exactamente los mismos. Sin embargo, puesto que la mujer no sabe su estado, puede interpretar el aborto como una regla más intensa en molestias y sangrado porque se ha retrasado.
Diagnóstico del aborto espontáneo y tratamiento
Las pruebas para confirmar el aborto espontáneo son anamnesis (análisis del historial clínico), exploración física para confirmar el origen del sangrado (el cuello uterino dilatado indica que el aborto es inevitable) y ecografía. Si no se puede constatar la existencia del embarazo intrauterino por ecografía, será necesario realizar una analítica para confirmar los niveles de B-hGC (hormona gonadotrofina coriónica humana).
Cuando el aborto se confirma, es necesario comprobar si se ha producido la expulsión completa de los productos de la concepción. De ser así, la mujer no tendrá dolor y el sangrado cesará, su útero presentará un tamaño normal y contraído, y el cérvix se cerrará. En el caso de los abortos inevitables (la pérdida del feto es inminente), incompletos (la expulsión ha sido parcial) o retenidos (muerte “in utero” del embrión antes de la semana 20), será necesario realizar una evacuación uterina mediante curetaje (legrado o raspado), aspiración vaginal y/o administración de medicamentos.
Pese a que existen ocasiones en las que es inevitable el aborto espontáneo, es importante contar con todas las garantías durante el embarazo, y es por ello que realizar pruebas como el Test Prenatal NACE pueden reducir exponencialmente el riesgo de sufrir este tipo de situaciones, o al menos, prevenir con antelación el posible aborto.