En post anteriores te hemos tratado de acercar a una de las pruebas frecuentes de la gestación con la que ya estarás familiarizada. Pero para que tengas toda la información a tu alcance hemos querido ampliar esta documentación contándote los distintos tipos de ecografías y qué indican.
El uso de la ecografía engloba varias áreas, como el diagnóstico y confirmación del embarazo precoz. Por ejemplo, el saco gestacional se puede visualizar ya en la semana cuatro y media de la gestación. El embrión se puede observar alrededor de la quinta semana y media. El ultrasonido también puede confirmar, un hallazgo muy importante, que el embrión ha ‘anidado’ dentro de la cavidad del útero. En caso contrario, estaríamos ante un ‘embarazo ectópico’. Existen varios tipos de ecografías:
Ecografía abdominal: La primera que se usó, tiene menos resolución que la vaginal porque la grasa abdominal está de por medio, pero se puede utilizar también para embarazo, aunque las imágenes que se obtienen son más difíciles de ver, por ejemplo el saco gestacional no se ve hasta una semana después de lo que se puede ver con la vaginal. Es la ecografía que se utiliza para el final del embarazo.
Ultrasonido transvaginal: se realiza con la colocación de una sonda en la vagina de la paciente. Este método por lo general proporciona mejores imágenes (y, por lo tanto más información) en pacientes que pueden, por ejemplo, tener sobrepeso o en las primeras etapas del embarazo. La pulsación cardíaca fetal se puede observar claramente ya en la sexta semana de gestación. Estas exploraciones vaginales también se están convirtiendo en indispensables en el diagnóstico precoz de los embarazos ectópicos.
Ecografía bidimensional o 2D: es la modalidad más utilizada. Los ecos rebotados por las estructuras que atraviesa el haz de ultrasonidos son visualizados como múltiples imágenes secuenciales en escala de grises. Como su propio nombre indica, es bidimensional y se muestra en un monitor en tiempo real, aunque la imagen será borrosa si el feto se está moviendo. En el monitor las imágenes se ven en movimiento y en tiempo real, son planas y en blanco y negro. En la ecografía impresa en papel también se ve imagen fija, plana y en blanco y negro o escala de grises.
Ecografía 3D: permite ver de forma más clara al bebé, otorgándole volumen. Este tipo de ecografía se utiliza en ginecología desde finales de los años 80 y principios de los 90, revolucionando el campo del diagnóstico por imagen, ya que ofrece una resolución y una nitidez asombrosa del feto frente a la ecografía convencional en dos dimensiones. Por ello se utiliza en casos concretos en los que se necesite ver detalles, aunque en general la ecografía 2D ya detecta malformaciones o anomalías.
La ecografía en 3D se basa en el mismo principio básico de los ultrasonidos, incorporando también la medida del volumen fetal frente a la ecografía realizada en dos planos. Nos muestra una imagen estática en tres dimensiones del feto y de sus estructuras con un color más nítido que el blanco y negro de la ecografía tradicional. Los equipos de alta tecnología ofrecen un rastreo y captura de la imagen de forma rápida, obteniendo posteriormente la imagen tridimensional del feto que queda grabada en el software del equipo informático. Se realizan varias operaciones al instante para obtener la imagen en 3D.
En cuatro dimensiones: es lo último en tecnología, se trata de un vídeo de la ecografía del feto en el interior del vientre materno. Es una ecografía en 3D pero grabada y vista en tiempo real. Es la imagen de mejor calidad y la más real que se puede obtener del feto: lo muestra en movimiento real, y permite ver, por ejemplo, si el bebé se está chupando el dedo, realiza gestos con la cara, bosteza o juega con el cordón umbilical…
El mejor momento para realizarla es entre las semanas 25 y 32, ya que se pueden apreciar mejor sus movimientos y los rasgos de la cara, aunque hay que tener en cuenta que normalmente se realiza en la sanidad privada.
No obstante, es importante que los futuros padres valoren que la ecografía tiene un margen de error en la detección de anomalías cromosómicas, que por sí sola no es definitiva y que requiere de diferentes análisis de sangre, que en conjunto con la ecografía dan un índice probable de riesgo para padecerlas. Además, hay que tener en cuenta la llegada del Test Nace, una prueba sanguínea de la madre, que es capaz de detectar las anomalías de los cromosomas más frecuentes, como el Síndrome de Down, el de Edwards y el de Patau. La llegada de este nuevo test supone una esperanza para muchos futuros padres.