Los cambios fisiológicos asociados al embarazo pueden repercutir de forma especial en tu salud bucodental si no le prestas la atención y el cuidado necesarios. Por este motivo, es importante que solicites una consulta de revisión con el odontólogo en el momento de conocer la buena noticia por si hubiera que realizar tratamientos preventivos necesarios.
Uno de los principales motivos de esta recomendación se debe a que los cambios hormonales que acompañan al embarazo favorecen la aparición de gingivitis. Se trata de una inflamación y enrojecimiento de las encías que puede provocar dolor generalizado de la boca y una mayor tendencia al sangrado. Los problemas de las encías aparecen normalmente alrededor del segundo mes del embarazo, alcanzando su máxima plenitud en el octavo para luego mejorar tras haber dado a luz.
Es importante que sepas, además, que cuando la gingivitis no se trata a tiempo puede desembocar en periodontitis: las encías se alejan de los dientes y forman espacios o bolsas que pueden infectarse. Con el tiempo, la patología puede provocar pérdidas de piezas dentales.
Otra de las molestias durante el embarazo para no dejar pasar por alto la consulta del dentista es porque las náuseas y los vómitos son un síntoma frecuente durante los cuatro primeros meses de gestación (entre el 75-80% de las mujeres experimentan estos síntomas) y ambos, junto el reflujo del ácido del estómago (otro síntoma común), producen una erosión del esmalte dental volviéndolo más susceptible a la caries.
Es importante:
- Mantener una buena higiene bucodental a lo largo de toda la gestación.
- Acudir a una primera revisión con el odontólogo y no dejar de pedir cita en el caso de tener molestias, sangrado o inflamación de las encías.
- Reemplazar el cepillo de dientes cada tres meses.
- Usar el hilo dental a diario.
- Cepillar los dientes después de cada comida.
- Evita comer alimentos dulces (zumos envasados, bollería, refrescos o golosinas).
A pesar de estar embarazada, es posible recibir ciertos tipos de tratamiento dentales que no ponen en peligro la salud del feto. El segundo trimestre suele ser el más adecuado, ya que además se pueden aplicar anestésicos locales seguros para los dos.