Aunque a priori las alergias en el embarazo no suponen un gran riesgo, es importante controlarlas para evitar que madre e hijo tengan problemas y, sobre todo, para disminuir algunos síntomas molestos e incómodos para la futura mamá.
Por esto, y debido a la particularidad de cada caso y a las condiciones hormonales de la mujer en ese periodo, las alergias en el embarazo deben tratarse siempre por un especialista. En el caso de que la mujer sufra asma o alguna alergia crónica antes del embarazo, la mayoría de los medicamentos para su tratamiento son seguros durante la gestación aunque siempre conviene valorar la situación clínica y ajustar la medicación si es preciso.
Síntomas de alergias en el embarazo
Los síntomas de las alergias en las embarazadas son los mismos que en el resto de la población y dependen del alérgeno en cuestión y del órgano al que afecten. La piel y las vías respiratorias sufren reacciones alérgicas con más frecuencia así que algunos de síntomas comunes de las alergias en el embarazo son rinitis alérgica (goteo nasal, aumento de la mucosidad, estornudos y picazón en nariz, ojos y paladar), tos, congestión nasal y erupciones con picor en la piel.
Las alergias a medicamentos, alimentos o picaduras de insectos pueden producir síntomas que afecten a varios órganos provocando anafilaxia y siempre constituyen una urgencia médica por su potencial gravedad, especialmente el embarazo.En las alergias alimentarias, además, también pueden aparecer otros síntomas como náuseas, vómitos o diarrea.
La evolución de las enfermedades alérgicas durante el embarazo sigue como norma general la regla de los tres tercios: un tercio mejora, otro tercio empeora y el tercer tercio permanece sin cambios.
Alergia primaveral y otras alergias en el embarazo
Durante la gestación no suelen producirse cambios especiales respecto a su sintomatología, pero algunas alergias en el embarazo, como la alergia primaveral, parecen intensificarse en ese periodo.
Esto ocurre porque la percepción del trastorno por parte de la futura mamá varía dependiendo del momento de la gestación en que se encuentre: por ejemplo si está en el último periodo y se siente más incómoda de por sí, una rinitis parecerá más intensa y será más molesta para ella.
Rinitis en el embarazo
Muy similar a la alergia primaveral es la rinitis del embarazo, que aunque no es una de las alergias en el embarazo propiamente dicha, es muy común en las embarazadas: se calcula que entre un 20 % y un 30 % la sufren. Se sospecha que su origen puede ser hormonal y sus síntomas son congestión nasal, estornudos, ojos llorosos y mucosidad acuosa.
La rinitis del embarazo afecta a la calidad del sueño, puede hacer que la embarazada se sienta más cansada y fatigada. Su tratamiento es similar al de las alergias en el embarazado primaverales y, ante la aparición de sus síntomas, conviene acudir al médico para saber si se trata de rinitis del embarazo o de una reacción provocada por un alérgeno para así poder evitarlo.
Asma en el embarazo
Respecto al asma en el embarazo sus síntomas pueden agravarse levemente por los cambios pulmonares que sufre el cuerpo de la mujer (como la capacidad pulmonar) y por un aumento de su consumo de oxígeno. Un ataque de asma no controlado puede tener efectos en el feto por falta de oxígeno, así que es preferible mantener durante la gestación un tratamiento antiasmático continuado si es necesario ya que la prevención de episodios o crisis asmáticas, aunque fundamental, a veces es insuficiente.
Antihistamínicos en el embarazo: ¿puedes tomarlos?
Los antihistamínicos son los fármacos más empleados y eficaces en el tratamiento de alergias. La pregunta es: ¿puedes tomar antihistamínicos en el embarazo?
Es importante valorar el riesgo de utilizar medicamentos durante el embarazo, esto no sólo depende del tipo de fármaco (algunos pueden producir daño al feto), sino también de la fase del embarazo en que se encuentre, la dosis y la duración del tratamiento. El período de mayor riesgo es el primer trimestre, dado que en esta etapa se forman la mayoría de los órganos del bebé.
Los antihistamínicos de primera generación con efecto antiemético (el dimenhidrinato o la meclozina) se utilizan para contrarrestar náuseas y vómitos, además de para combatir los efectos de las alergias en el embarazo y se encuentran en productos anticatarrales de venta sin receta y aptos para embarazadas.
Los antihistamínicos de segunda generación se encuentran en su mayor parte dentro de la categoría B, es decir, que son seguros para las embarazadas. Aunque la mayoría de antihistamínicos en el embarazo son potencialmente seguros, y puesto que la elección de un medicamento durante el embarazo debe tener en cuenta la relación riesgo-beneficio para madre e hijo, siempre deben tomarse bajo supervisión médica.
Junto con la toma de antihistamínicos en el embarazo, las vacunas antialérgicas específicas son muy eficaces para controlar las alergias, pero su administración no debe comenzarse durante el embarazo, y sólo si la mujer ya estaba recibiendo esta vacuna antes de quedarse embarazada y si su nivel de tolerancia hacia ella es bueno puede continuar la administración de la misma sin problemas.
Los corticoides tópicos nasales (para controlar la inflamación en la nariz y que también se usan para el asma) o los estabilizadores de los mastocitos (que impiden la liberación de las sustancias químicas de los alérgenos) pueden ser tomados durante la gestación, mientras que los vasoconstrictores (descongestionantes para tratar la congestión nasal,el picor, estornudos o mucosidad) están contraindicados en las embarazadas.
Cómo reducir los efectos de las alergias en el embarazo
Para reducir los efectos de las alergias en el embarazo se deben seguir algunas pautas y consejos básicos para, por ejemplo, evitar las alergias alimenticias, ya que las embarazadas no tienen especial predisposición a sufrirlas pero es conveniente extremar las precauciones para reducir el riesgo de brotes que pueden ser graves. La solución: una dieta preventiva (controlada por tu médico) que minimice al máximo los riesgos.
Por otra parte, respecto a posibles reacciones por el contacto de alérgenos con la piel, se recomienda seguir pautas similares a las de las pieles atópicas (higiene diaria y cuidadosa y uso de prendas de algodón evitando lana, fibras sintéticas, plástico o gomas.). La dermatitis alérgica no debe confundirse con la comezón (picor o picazón), que durante el embarazo es común sentir en vientre y pechos y que es consecuencia del ensanchamiento de la piel. Para evitar otras reacciones en la piel se recomienda no utilizar determinados productos de limpieza y exponerse al menor número de agentes químicos por primera vez.
Otras maneras de reducir los efectos de las alergias en el embarazo son no estar en contacto con alérgenos de riesgo. Por ejemplo, si sufres alergia al polvo y los ácaros, relega las tareas de limpieza en el hogar —que deben ser un poco más exhaustivas de lo habitual — ventila bien las habitaciones, elimina esporas de moho y evita el polen. También es importante evitar estar en ambientes mal ventilados o con humo, fumar o estar cerca de personas que lo hagan. El cigarrillo es perjudicial para la madre y el feto y se ha relacionado con el desarrollo de alergias del bebé.
Por último, si sospechas que puedes ser alérgica a alguna sustancia y quieres quedarte embarazada, es interesante que te realices antes un test para poder confirmar un diagnóstico y, si es necesario, empezar un tratamiento lo antes posible. Si las dudas se producen estando ya embaraza, ante cualquier síntoma es aconsejable acudir al médico. Recuerda que aunque la toma de muchos medicamentos y antihistamínicos en el embarazo se considera segura para gestantes y fetos, nunca hay que tomarlos sin supervisión médica.